La relación entre estilo de vida, hábitos y salud
Tomado de e https://bit.ly/31OEyUu
¿Qué es salud?
La Organización Mundial de la Salud
(OMS) define la salud como “el estado de bienestar físico, mental y social del
individuo”, es decir, como el equilibrio entre estos tres componentes y no solo
la mera ausencia de enfermedad. Por tanto, la salud está directamente vinculada
con el logro del bienestar, entendiéndose este como la posibilidad de crecer y
desarrollarse a través del acceso a una adecuada alimentación, educación,
trabajo, recreación, deporte y cultura, así como contar con las condiciones
necesarias de atención en caso de enfermedad. Salud mental La salud mental es
de gran importancia para las personas y para la sociedad. A nivel individual,
la salud mental permite a las personas realizar su potencial intelectual y
emocional, y desempeñar sus funciones en la vida social, académica y
profesional. La salud mental representa para la sociedad un recurso de cohesión
social, que mejora el bienestar social y económico.
Factores y condiciones que influyen en la salud:
1.
Estilo de vida. Los factores determinantes
de la salud relacionados con el estilo de vida poseen múltiples dimensiones y
están ligados a varios problemas importantes para la salud (estilos de vida
ligados al consumo de alcohol o a desórdenes en la alimentación, entre otros).
Los problemas de salud vinculados a determinantes de un estilo de vida pueden
ser específicos de una fase de la vida, pero pueden también estar muy
vinculados a aspectos culturales.
2.
Hábitos. La familia es considerada la
unidad social básica y el medio en el que se desarrollan las bases de la
generación de saberes, conductas y hábitos alrededor de la salud. La familia
tiene un papel central para la supervivencia infantil, el crecimiento y
desarrollo durante la niñez y adolescencia, y la práctica de hábitos de vida
saludables durante la juventud, la adultez y en los adultos mayores. Las
personas ven a la familia como su entorno más próximo y donde construyen
valores, modos de interpretación, percepciones, orientaciones, modos de
conducta, protección ante los desafíos de la vida diaria y otros considerados
de importancia en el proceso de salud y bienestar.
3.
La alimentación y nutrición saludable. La promoción de la alimentación y nutrición
saludable debe buscar que los individuos, como integrantes de una familia,
adopten prácticas alimentarias adecuadas que favorezcan su bienestar físico,
mental y social para mejorar su calidad de vida y desarrollo humano. Pero
promover alimentación y nutrición saludable significa desarrollar esfuerzos a
nivel de todos los actores sociales, y no solo de la familia, para generar
condiciones desde la disponibilidad, acceso y utilización (consumo) de los
alimentos, que favorezcan una calidad de vida justa y digna, en el entendido de
que el acceso a los alimentos es un derecho inherente de las personas.
4.
Actividad física. Para la Organización Mundial de la Salud, la
actividad física (AF) es una de las prácticas de mayor relación con condiciones
de vida saludables, en oposición al sedentarismo, la alimentación inadecuada y
el tabaquismo, que son factores de impacto negativo sobre la salud
especialmente de las dolencias crónicas no transmisibles. Una actividad física
moderada, realizada regularmente, beneficia la salud. Los principales
beneficios del ejercicio sobre la salud tienen que ver con la prevención de los
problemas cardiovasculares. (Haskell, 1984). La actividad física también es
importante desde el punto de vista psicológico. Efectivamente, una actividad
física enérgica practicada de manera regular reduce los sentimientos de estrés
y ansiedad. (Blumenthal y McCubbin, 1987). La actividad física, al ser un
comportamiento humano, puede ser practicada dentro de la rutina de lo cotidiano
y en diversos momentos y lugares del propio desarrollo de la vida, por ejemplo,
puede ser practicada en el hogar, el trabajo y otros lugares más.
5.
Habilidades para la vida. La promoción
de las habilidades para la vida permite a las personas adquirir competencias
necesarias para enfrentar los grandes retos y construir su proyecto de vida.
Las habilidades para la vida favorecen comportamientos de vida saludables en
las diferentes etapas del ser humano. Las investigaciones realizadas en la
última década han demostrado que los programas educativos basados en el enfoque
de “habilidades para la vida” son efectivos para promover conductas deseables,
tales como la socialización, la mejora de la comunicación, la toma efectiva de
decisiones, la solución de conflictos y la prevención de conductas negativas o
de alto riesgo, tales como el uso de tabaco, alcohol u otras drogas, sexo inseguro
y violencia. El conocimiento o la información en salud por sí misma no aseguran
que las personas asuman comportamientos saludables, tampoco las habilidades
para la vida aisladas del conocimiento. Es estrictamente necesario que exista
en la persona la disposición para adoptar o cambiar un determinado
comportamiento.
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profesor.
Elabora 10 recomendaciones
para los adolescentes o adultos sobre prácticas de vida saludable que deben
seguir para procurar el bienestar emocional. Dichas recomendaciones deben ser
claras y tener en cuenta todo lo aprendido.